Imágenes, Albert Londe.

Como evas mitológicas porque la escucha activa no es asignatura para quienes deben atendernos. Aquí vamos entonces, pequeñas criaturas sin criterio para definir nuestro cuerpo, a que nos vuelvan niñas.

Sonrisa profesional, citología, ecografía, camilla de sobreexposición: tú lo que tienes es Dolor Normal.

Y Una se queda en su media cáscara de huevo que ya no la protege porque en las instituciones solo sirve asentir y a veces ni eso. Desde la cáscara, Una asoma la cabeza como queriendo explicar: hay mucho grito aquí dentro que hiere y usted no escucha solo oye ruido.

Una se aleja con su receta para lo que no tiene y su Dolor Normal, su Sangrado Normal, su Hinchazón Normal y la media cascarita aún a cuestas. Una mira a todas las mujeres que serán muy pequeñas al salir de la consulta y se pregunta en qué momento perdió la parte trabajada, acuñada, que le da voz. Y Una sabe que tiene que volverse y lo hace, con su cuerpo que se enreda extraño sin reconocerse entre vaivenes hormonales, y entra en la consulta y devuelve la receta y la sonrisa al Facultativo. Ella y su cascarita y su etapa inexistente hasta que el Facultativo, incómodo ahora, resuelva darle nombre.